Con motivo del Día Europeo contra la Depresión, que se celebra hoy 1 de octubre, vamos a hablar en esta entrada sobre un trastorno que afecta a más de 350 millones de personas en el mundo, según datos de la Organización Mundial de la Salud.

Hay que tener claro que un trastorno depresivo es una enfermedad que afecta a todo el organismo, no solo al estado de ánimo y a los pensamientos, sino también a la forma en que esa persona come y duerme, y a su concepto de la vida en general. No es un estado de ánimo triste pasajero; tampoco es un signo de debilidad personal o una situación que se pueda superar únicamente con ayuda de la voluntad. Las personas que sufren una enfermedad depresiva no pueden tan solo “animarse” y de inmediato sentirse mejor. Sin tratamiento, los síntomas pueden durar semanas, meses o años. En cambio, un tratamiento adecuado ayuda a más del 80 % de las personas que sufren depresión.

¿Cuáles son los síntomas más habituales del trastorno depresivo?

  • Estado de ánimo persistentemente triste, ansioso o “vacío”.
  • Sensaciones de desesperanza, de pesimismo.
  • Sensaciones de culpa, de inutilidad, de incapacidad.
  • Pérdida de interés o de placer en pasatiempos y actividades que anteriormente se disfrutaban, incluido el sexo.
  • Insomnio, despertar muy temprano o dormir más de lo necesario.
  • Pérdida de apetito y/o de peso, o comer con exceso ocasionando aumento de peso.
  • Disminución de energía, fatiga o decaimiento.
  • Pensamientos sobre la muerte o el suicidio, intentos de suicidio.
  • Inquietud, irritabilidad.
  • Dificultad en concentrarse, en recordar, en tomar decisiones.
  • Síntomas físicos persistentes que no responden a tratamiento, tales como dolores de cabeza, trastornos digestivos y dolor crónico.

La presencia de 5 o más de los síntomas anteriores, durante un periodo superior a 15 días, puede sugerir una depresión.

¿Cuáles son las causas de la depresión?

Para empezar, algunas formas de depresión son genéticas, lo que indica que puede heredarse cierta vulnerabilidad biológica. Aparentemente existen otros factores adicionales, tales como tensión en el medio ambiente en que se mueven las personas, que puede desencadenar el inicio del trastorno. En algunas familias, la depresión mayor parece presentarse en generaciones sucesivas.

Sin embargo, también pueden padecerla personas que no tengan antecedentes familiares de depresión.

Los rasgos psicológicos también juegan su papel en la vulnerabilidad que puede uno tener a la depresión. Las personas que tienen una pobre opinión de sí mismas, o que de forma reiterada se juzgan a ellas mismas o al mundo que las rodea con pesimismo, o bien que se dejan influir por las presiones ambientales, parecen más propensas a la depresión.

Una pérdida seria, una enfermedad crónica, una relación problemática, problemas financieros o cualquier cambio indeseable en la forma de vivir pueden también desencadenar un episodio depresivo.

Frecuentemente una combinación de factores genéticos, psicológicos y ambientales están presentes cuando se inicia un trastorno depresivo.

 

Puedes leer más información o descargarte nuestra guía sobre la depresión en este enlace. Además, en nuestra biblioteca contamos con más guías de salud mental sobre trastornos tales como estrés, problemas sexuales o demencia, entre otros.