El método KiVa, una idea que está acabando con el bullying

Una técnica revolucionaria que implica a todos los participantes del abuso.

Los orígenes del método KiVa
Finlandia es un país que destina grandes recursos a la educación, al ser considerada esta última un asunto de Estado de gran relevancia. En los últimos años el país nórdico se ha propuesto acabar con el acoso escolar y mejorar el sistema educativo en sus distintas vertientes. Reflejo de ello es que Finlandia ha conseguido en los últimos años el digno primer puesto en educación superior, educación primaria y formación en el Índice de Competitividad Global (ICG) gracias a la importancia que se le da a la educación en los últimos tiempos. Todas las medidas destinadas a la educación han contribuido a crear una potente fuerza laboral con las competencias adecuadas para adaptarse a un contexto socioeconómico en constante cambio y que ha causado altos niveles de desarrollo tecnológico.

El programa KiVa fue creado a propuesta del gobierno finlandés y la comunidad educativa; “El proyecto comenzó a introducirse de forma aleatoria en los colegios finlandés”, explica Christina Salmivalli, profesora de Psicología y una de las inventoras del programa.

Años después se realizó un estudio (uno de los mayores del país, por cierto) para ver cómo evolucionaba el programa y la incidencia que este tenía en los alumnos. Los resultados fueron apoteósicos: el programa KiVa había disminuido todos los tipos de acoso en los institutos y colegios. El cerco al bullying había empezado a funcionar. De hecho, el acoso escolar desapareció en el 80% de los centros escolares. Cifras espectaculares que, lógicamente, han despertado el interés de la comunidad educativa internacional.

¿Cómo funciona el método KiVa?

El método utilizado en el programa KiVa consiste en no centrarse en la dialéctica de la confrontación entre víctima y acosador (ni tratar a la víctima para que sea más extravertida ni intentar cambiar al acosador para que desarrolle empatía) sino que se basa en la actuación sobre los alumnos testigos que se ríen de tal situación.

En muchos casos, estos espectadores interiorizan que lo que pasa es normal, incluso divertido, aunque tengan una opinión subyacente diferente. Lo que se pretende hacer a través del método es influir en dichos espectadores para que no participen indirectamente en el acoso. Si esto se consigue, el acosador, que necesita de reconocimiento para proseguir con el bullying, deja de acosar a causa de que no le aporta ningún beneficio.

En resumen, el programa de basa en intentar que los espectadores no les rían las gracias a los jóvenes que son la parte agresora en el acoso. Sencillo, pero eficaz.

Los detalles del programa
En el programa KiVa los estudiantes son instruidos en unas 20 clases a los 7, 10 y 13 años (edades clave en el desarrollo del menor) para identificar las diferentes formas de bullying. De este modo ya son concienciados desde bien pequeños.

Hay diez temarios y trabajos que se realizan a lo largo del curso y en donde se enseñan valores morales como la empatía y el respeto por los demás. Se utilizan gran cantidad de recursos: charlas, videojuegos, manuales para el profesorado, vigilancia en el recreo, largometrajes… incluso un buzón virtual para denunciar si son testigos o víctimas de acoso escolar.

El equipo KiVa
En toda escuela el director elige un equipo KiVa integrado por tres adultos que detectan y investigan los casos de acoso escolar. Primero determinan si el acoso es puntual o continuado. Después hablan con la víctima para tranquilizarla. Posteriormente hablan con los acosadores para sensibilizarlos y con los testigos, que son la piedra angular del programa, de esta forma se consigue reducir el acoso escolar.

Si ya desde las etapas más tempranas somos educados para no apoyar pasivamente actos de violencia de este tipo, es concebible que la mentalidad de los adultos también cambie en muchos sentidos. Solo el tiempo dirá si este tipo de cambios culturales repentinos llegan a darse. Las repercusiones del programa KiVa pueden ir mucho más allá de la lucha contra el bullying, pueden ser la semilla para una sociedad más justa, solidaria y cohesionada.

 

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