Las personas con psicopatía son consideradas deshonestas, frías, crueles e incapaces de arrepentimiento, además de impulsivas. En el mundo laboral, por tanto, pueden poner en peligro el éxito de todo su equipo, o al menos esa es la noción popular. Pero algunas personas con rasgos psicopáticos pueden ser también diferentes; esto es lo que se muestra en un análisis realizado por el equipo de Nora Schütte y Gerhard Blickle, del Instituto de Psicología en la Universidad de Bonn en Alemania. Eso se debe a que no todos los “psicópatas” son iguales. Al contrario, hay al menos dos facetas diferentes de la personalidad que pueden darse juntas o por separado en la psicopatía.

A la primera faceta se la llama dominancia sin miedo. Las personas con este rasgo de carácter quieren salirse siempre con la suya, no tienen ningún miedo de las consecuencias de sus acciones, y pueden soportar la tensión muy bien. Se puede hablar aquí de psicopatía primaria. La segunda faceta o dimensión es la impulsividad egocéntrica: las personas que padecen este rasgo en un grado elevado carecen de freno interior. Su autocontrol es por tanto débil, y así pues no tienen ninguna consideración por los demás. Su trastorno recibe el nombre de psicopatía secundaria.

El equipo de Schütte y Blickle ha logrado mostrar que los empleados con el primer rasgo, o sea dominantes y que no temen las consecuencias de sus actos, pueden permanecer básicamente invisibles en el área social en cuanto a que nadie de su entorno suele considerar que poseen rasgos de psicopatía.

En el estudio, que incluyó a 161 personas, se ha comprobado que los participantes cuyos cuestionarios indicaban un alto nivel de dominancia sin miedo eran pese a ello descritos en ocasiones por sus colegas como compañeros serviciales, cooperativos y agradables. Pero ese era el caso solo cuando esos psicópatas primarios tenían también habilidades sociales marcadas.

Para los empleados con una gran impulsividad egocéntrica, el estudio mostró un retrato completamente distinto: sus colegas los describían sistemáticamente como destructivos en sus relaciones, no muy serviciales y con escaso rendimiento laboral, al margen de sus habilidades sociales. Estas personas con valores altos de psicopatía secundaria ejercen pues realmente un efecto negativo en su entorno laboral.

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