Jean-Charles Bouchoux, especialista en la perversión narcisista.Tengo 54 años. Nací en Rodez y vivo en Montpellier. Soy psicoanalista, psicoterapeuta y escritor. Vivo en pareja y compartimos seis hijos. ¿ Derechas, izquierdas? ¡Todo lo binario es erróneo! Creo en el misterio. El perverso narcisista necesita a otro para proyectarle sus imperfecciones

Dependencia

Bouchoux es psicoanalista y psicoterapeuta, y uno de los especialistas mundiales en el tratamiento de la perversión narcisista. Condensa sus saberes en Los perversos narcisistas (Arpa), libro que nos regala un consejo difícil pero esencial para blindarnos ante estos enfermos de la personalidad: “Asume que tienes cualidades y defectos, capacidades y faltas, y así no necesitarás buscar tu propia imagen en la mirada de otro”. Y jamás le digas a tu hijo “hazlo por mí” –ni comerse la sopa ni hacer los deberes–, o estarás educándole para complacer siempre a otro en vez de a sí mismo, para depender y ser víctima de un perverso narcisista que jugará con él hasta desnortarle.

Qué es la perversión narcisista?

Una psicopatología… no muy apreciable a primera vista.

¿Y eso?

El perverso narcisista es una persona que despliega muchos encantos y resulta adorable de entrada.

Nada tiene eso de malo.

No, hasta que atrapa a otro en su telaraña y empieza a dañarle gravemente.

¿Qué podría hacerme un perverso (o una perversa) narcisista?

Jugar contigo hasta erosionarte psicológicamente, desvalorizarte, deprimirte, hundirte… ¡Destruirte!

¿Destruirme?

Sí, hasta podrías llegar al extremo de enfermar o de intentar lesionarte o suicidarte.

Yo me daría cuenta antes, ¡y saldría corriendo!

O no… Trato como especialista a muchas víctimas de perversos narcisistas… ¡y cada día son más!

¿Más perversos o más víctimas?

Lo uno va con lo otro, claro.

¿Y cómo funciona ese tándem tóxico?

El perverso narcisista consigue que su víctima se sienta culpable de ser mala persona, de ser imperfecta, incorrecta, incompleta, falible, falsa, infiel, mentirosa, lo peor…

Ya, y la víctima empieza a pedir perdón, perdón, perdón…

Veo que lo entiendes… Tal es la perversión: el narcisista no es capaz de admitir mancha alguna en sí mismo, ¡y las proyecta todas en el otro!

¿En su pareja?

Sí. O también en un alumno, si el perverso narcisista es profesor. O en un empleado, si es jefe. O en un hijo, si es padre…

¿Un padre puede ser perverso narcisista con su propio hijo?

“Eres un desastre, chaval, no llegarás a nada”: proyecta en su hijo lo que no admite en sí mismo.

¿Hay más narcisistas hombres o mujeres?

Por igual.

Quizá yo mismo sea un perverso narcisista…

No.

¿Por qué no?

Si te lo cuestionas, si te lo estás planteando…, eso te descarta, porque el perverso narcisista jamás duda de ser perfecto, impecable, irreprochable.

Ah, no: yo soy muy reprochable.

¡Cuidado! Si tiendes a culpabilizarte tan fácilmente, serás una víctima fácil.

Ah.

Imagina a uno paseando con su pareja. Se cruzan con una mujer, y verla le excita a él. Entonces, incapaz de asumir contradicciones internas, mira a su pareja y la acusa: “¡Seguro que te acostarías con otro!”. Así actúa el perfecto narcisista, lo que obliga a su víctima a defenderse continuamente.

E infructuosamente, supongo.

Sí, el perverso narcisista necesita siempre a otro al que menoscabar, degradar, inculpar de fallos. Y si intentas alejarte de él, enloquece y te persigue: necesita tenerte para seguir vertiendo reproches…

¿El perverso narcisista nace o se hace?

Vivió en su niñez algún desamparo. “O soy perfecto o me abandonan”, le dicta su inconsciente, y se idealiza a sí mismo: no se permite asumir “imperfección” alguna en sí mismo, ¡y las proyecta en otro!

¿Y cómo es el otro?

Alguien valioso, al que admira por sus cualidades, elevado, empático, sensible… Un reflejo de cómo se ve a sí mismo…

Como un espejo… a lo Dorian Gray.

Sí, un espejo para ensuciarlo, rayarlo… y hasta romperlo, quedando él inmaculado.

Y la víctima, a padecer.

La víctima suele pensar: “Ya le cambiaré”. ¡Grave error! Nadie cambia a nadie: uno sólo cambia si quiere cambiar uno.

Vale.

Jamás idealices: todos tenemos defectos. O aceptas los del otro ¡o vete! El perverso necesita al otro porque él es la parte buena (Doctor Jekill) y el otro la mala (Mr. Hyde).

Más ejemplos de perversos.

Una chica olvida poner la alarma del despertador. A la mañana siguiente no suena… y acusa a su pareja: “¡Tú has tocado el reloj!”, le dice. ¡No acepta haberse equivocado ella!

Perversa.

Impotente, la víctima discute… y es inútil.

¿Tiene cura el perverso narcisista?

Imposible. La principal medicina es querer cambiar, y el perverso narcisista ni siquiera tiene conciencia de su patología.

¿Cómo saber que soy víctima?

Pregúntate: “¿Cómo me siento en mi relación con esta persona?”. Y si no te respondes “bien”, ¡aléjate de ella! ¡Una relación sólo es para estar uno bien! Sé egoísta: se trata de estar uno bien sin dañar a nadie.

Mejor solo que mal acompañado. Me voy. ¿Qué pasará con el perverso?

Que te perseguirá. Te llamará. Te escribirá. ¡No le abras tu puerta! ¡No le cojas las llamadas! ¡No le contestes a los e-mails! Mantén siempre la distancia, por tu bien.

¿Hasta cuándo? ¿Cuándo cederá?

Hasta que no te necesite, lo que sucederá en cuanto encuentre a otra víctima.

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