Richard Feynman (1946).
Tras haber dejado atrás hace unos días, la celebración del día de los enamorados, llegó a nosotros a través de internet una entrada en un blog que nos hemos permitido traducir y adaptar, para poder reproducir la carta que Richard Feynman escribió a su difunta mujer en 1946 y que estuvo cerrada en un sobre hasta 1988 después de su muerte. Sólo entonces se abrió fue publicada en un texto y tenemos acceso a ella a través de este blog.
Sabíamos que era brillante y extremadamente inteligente Richard Feynman, pero no teníamos noticias de su sensibilidad y del amor hacia su mujer. La carta es un regalo poder leerla. Es por esto que lo hemos traducido y la compartimos con vosotros.
.
17 de octubre de 1946
D’Arline,
Te adoro, cariño.
Sé cuánto te gusta escucharlo, pero no lo escribo sólo porque te guste, sino porque me reconforta por dentro escribírtelo.
Ha pasado demasiado tiempo desde la última vez que te escribí, casi dos años, pero sé que me disculparás porque comprendes cómo soy, cabezón y realista, y pensé que no tenía sentido escribirte.
Pero ahora sé, mi querida esposa, que es justo hacer lo que tanto he pospuesto y tanto he hecho en el pasado. Quiero decirte que te amo. Quiero amarte. Siempre te amaré.
Me cuesta entender lo que para mí significa amarte después de muerta – pero aún quiero consolarte y cuidarte – y quiero que me ames y me cuides. Quiero tener problemas que discutir contigo – quiero hacer pequeños proyectos contigo. Nunca pensé hasta ahora que pudiéramos hacer eso. ¿Qué hacemos? Empezamos a aprender a hacer ropa juntos – o aprender chino – o comprar un proyector de cine. ¿No puedo hacer nada ahora? No. Estoy solo sin ti y tú eras la «mujer-idea» y la impulsora general de todas nuestras alocadas aventuras.
Cuando estabas enferma te preocupabas porque no podías darme algo que querías y pensabas que necesitaba. No tenías por qué preocuparte. Como te dije entonces, no había verdadera necesidad porque te quería mucho en muchos sentidos. Y ahora es aún más cierto: ya no puedes darme nada, pero te quiero tanto que me impides amar a cualquier otra persona, aunque quiero que estés ahí. Tú, muerta, eres mucho mejor que cualquier otra persona viva.
Sé que me dirás que soy tonto y que quieres que sea plenamente feliz y no quieres interponerte en mi camino. Apuesto por que te sorprende que ni siquiera tenga novia (excepto tú, cariño) después de dos años. Pero no puedes hacer nada, cariño, ni yo tampoco -no lo entiendo, pues he conocido a muchas chicas y muy guapas y no quiero quedarme solo-, pero en dos o tres encuentros todas parecen cenizas. Sólo me quedas tú. Tú eres real.
Mi querida mujer, te adoro.
Amo a mi mujer. Mi mujer está muerta.
Rich
PD Por favor, disculpa que no te envíe esto por correo, pero no conozco tu nueva dirección.