algunas raíces e impactos.
Solo tenemos un planeta y se nos esta agotando.
La cuestión de la crisis de la civilización occidental se ha convertido en un tópico en los últimos años.
No es pretensión de este texto hacer un recorrido completo sobre toda la literatura y los puntos de vista que existen al respecto; Sino más bien algunas reflexiones que, desde lo limitado de cada planteamiento personal, puedan contribuir a iluminar esta cuestión desde un diálogo necesario con otras ineludibles perspectivas complementarias. Deberíamos empezar advirtiendo una de las características que distancian claramente esta crisis civilizatoria de muchas otras que la han precedido en la Historia de la Humanidad: se trata más bien, de una crisis global, dado que la civilización occidental, de forma impuesta, se ha globalizado, tanto en el plano fáctico como en su cosmovisión.
Nos encontramos ante una grave crisis civilizatoria global que además es también multidimensional (Riechmann, Carpintero Redondo y Matarán Ruiz, 2.014), lo que comporta muchos factores cuya recopilación exhaustiva no es fácil, amén de la compleja interconexión que existe entre estos. Hay quien habla incluso de encrucijada de crisis o “critical juncture” (Mateos Martín, 2.021, 29, nota 27).
Antes de entrar a analizar algunas de sus posibles causas, creemos también pertinente mencionar una de las consecuencias concretas más graves que puede tener todo esto, por cuanto afecta a la propia supervivencia de la Humanidad en condiciones de dignidad: el hecho de que esta encrucijada de crisis puede conducirnos, además, a un precipicio en forma de colapso ecosocial en términos más o menos graves. En efecto, todos los indicios científicos apuntan, en particular, a la inminencia de un colapso socioambiental que nos atraparía por diferentes frentes, pero que esencialmente constaría de dos elementos: de un lado, un grave caos climático que puede degenerar en un auténtico cataclismo progresivo que acabe con la vida sobre la faz de la Tierra. De otro, una crisis de recursos (minerales, sobre todo) justo en el momento en el que más los necesitaríamos para poder afrontar la emergencia climática (con las tecnologías disponibles y sin disminuir el consumo).
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