El Mindfulness es una de las terapias más utilizadas en pacientes con estrés y aunque realmente funciona en muchas personas, sus supuestos filosóficos son cuestionables.
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En los últimos años, esta práctica basada en la meditación budista ha tenido un gran crecimiento y se ha vuelto una técnica muy popular en todo el mundo, ayudando a numerosas personas pero a pesar de ello, hay quienes dudan sobre las suposiciones de este tipo de terapias, según el PhD Odysseus Stone @OdysseusStone de la Universidad de Copenhague. Según las bases del Mindfulness, debemos aprender a contemplar todas nuestras emociones y pensamientos, sin darles importancia ni dedicarles tiempo preocupándonos por ello, observando como van y vienen en la mente. El problema reside cuando dejamos de darle importancia a pensamientos y emociones que sí son relevantes para nosotros, para otras personas o para el contexto en el que vivimos; los cuales no se pueden dejar pasar así como así.
El Mindfulness también le da gran importancia a la atención, ya que con sus ejercicios, se busca la forma de recuperar el control de nuestra propia atención cuando estamos distraídos y sobrecargados de toda la información que nos da el mundo a nuestro alrededor, pero por otra parte, esta forma de disuadirse no arreglará los problemas del mundo ya que el individuo podrá sentirse aliviado y mejor consigo mismo, pero el problema seguirá ahí.
Por último, el Mindfulness considera que las personas pasamos demasiado tiempo reflexionando sobre el pasado y el futuro, lo que hace que no vivamos el momento presente. Esta reflexión de que el presente es más importante que el pasado y el futuro hace que nuestro sentido narrativo de nosotros mismos sea incorrecto.
Por un lado, nuestras experiencias son las que han definido nuestra vida actual, nuestra forma de ser y de actuar con otras personas, no podemos dejarlas de lado porque son muy importantes y por la otra parte, el futuro debe ser tenido en cuenta, ya que tarde o temprano se convertirá en nuestro presente, por lo que debemos asegurarnos y preocuparnos de que cuando llegue, estemos a gusto con él.