Ecosocialismo o barbarie.
Continuar creciendo y consumiendo, mientras se agotan las materias primas y los combustibles fósiles, nos aboca a una situación imposible de sostener.
El siguiente artículo del que extraigo lo más importante parece muy interesante en esta línea con la que me siento muy identificado.
Este año es el cincuenta aniversario de la publicación de The Limits to Growth, un informe que alertó de las graves consecuencias ecológicas que tendría para la sociedad industrial el mantener la trayectoria que la actividad económica seguía a nivel mundial. Sin embargo, y transcurrido medio siglo, la situación no ha hecho sino empeorar en términos de presión e impacto medioambiental, al tiempo que han seguido expandiéndose las ideologías y prácticas que se constituyen alrededor del fetiche del crecimiento económico. La comunidad científica alerta de que el tiempo se agota y de que la única forma de evitar un colapso medioambiental, de consecuencias catastróficas especialmente para los sectores sociales más vulnerables, es reescalar la actividad económica hasta el nivel que sea compatible con los límites del planeta.
Algunas instituciones internacionales y distintos gobiernos nacionales están aprobando programas y políticas para lograr esos objetivos, con magros resultados hasta el momento, mientras que crece la alarma ante la posibilidad de una salida reaccionaria y ecofascista a la crisis ecosocial. En este artículo evaluamos el estado de la cuestión, repasamos cómo el modelo de producción y consumo está detrás de los desarreglos ecológicos y por qué la única salida política democrática a la crisis ecosocial es el proyecto ecosocialista.
Introducción
Hace ahora 50 años la profesora y científica Donella Meadows encabezó la publicación del informe The Limits to Growth, el cual tenía como objetivo analizar el impacto físico que las pautas de crecimiento económico tienen sobre el planeta. Para dicha evaluación se utilizó un modelo informático que incorporaba, entre otros, el efecto de la explotación económica sobre los suelos, el agotamiento de los recursos no renovables como los minerales y las distorsiones climáticas resultantes. Se plantearon varios escenarios, el peor de los cuales sugería que si no se actuaba para corregir la trayectoria vigente entonces, la sociedad industrial colapsaría a mitad del siglo XXI.
Aquel informe se convirtió en un punto de referencia internacional y puso encima de la mesa las consecuencias ecológicas de una dinámica de crecimiento que, hasta entonces, se había entendido como positiva. Las críticas al modelo del equipo científico así como a sus conclusiones fueron, sin embargo, feroces entre los economistas (Solow, 1973).
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