Edurne Pasaban.
Una conversación de media hora con Edurne Pasaban @Edurne_Pasaban es un chute de positividad.
La tolosarra sale de la pandemia con optimismo y agradecida porque en lo personal no le ha resultado particularmente complicado llevarla entre Donostia y los espacios al aire libre del Valle de Arán. Como cada vez que salía de expedición, su gran preocupación no ha sido ella sino su familia. «Mis padres, con más de 70 años, ya sabes, y mi hijo, con cuatro. No dejo de preguntarme qué recuerdo le quedará de todo esto cuando pase el tiempo», dice. En cuanto al suyo, como nos ocurre a todos, todavía lo está procesando;
«¿Saldremos mejores? Sigo sin tenerlo claro. Ojalá aprendamos. A veces los humanos, y lo sé por mis experiencias en la montaña, necesitamos que nos pase algo grave para ser conscientes de lo que somos y lo que tenemos».
Por excepcional que haya resultado este periodo, para ella no ha sido ni remotamente tan complicado como lo que califica como «mi ochomil más difícil«, que en realidad no fue un ascensión, sino el descenso a los infiernos de la depresión en el año 2006. «Ahí vi la muerte mucho más de cerca que en cualquiera de mis expediciones», recuerda. Pero fue capaz de pedir ayuda y, con gran esfuerzo, de salir poco a poco. Su recomendación a quien pase por algo parecido es que busque tratamiento profesional y apoyo en las personas cercanas.
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