La incertidumbre es una parte inherente de la existencia humana, aunque generalmente no la aceptamos fácilmente. Nos provoca inquietud y angustia, especialmente cuando afecta situaciones que deseamos o nos sorprenden radicalmente. Esta incertidumbre puede causar tristeza, enojo y frustración, y hasta perturbar nuestra vida entera.
Históricamente, una parte clave de nuestro desarrollo como especie ha sido la capacidad de prever y controlar el futuro. Sin embargo, la realidad sigue siendo incierta, lo que desafía nuestra ilusión de control sobre la vida. La vida está en constante cambio y transformación, lo que es difícil de tolerar para muchos.
Nuestra percepción de la realidad depende de una cierta estabilidad para poder entender el mundo. Pero, en verdad, el mundo está cambiando continuamente, y esta contradicción nos deja parcialmente ciegos ante la incertidumbre.
El poema de Fernando Pessoa se presenta como un antídoto contra la angustia por la incertidumbre. Con una perspectiva filosófica y melancólica, el poeta sugiere que la vida debe ser vista no como algo que necesita ser controlado, sino como algo que seguirá su propio curso, independientemente de nuestra voluntad y deseos.
ESTE POEMA DE FERNANDO PESSOA NOS RECUERDA QUE, AL FINAL, LA EXISTENCIA SIGUE SU PROPIO CAMINO
.
No tengas nada en las manos
ni una memoria en el alma.
Que cuando pongan en tus manos el último óbolo,
al abrirlas nada caiga de ellas.
¿Qué trono te quieren dar
que Átropos no te quite?
¿Qué laurel que no se marchite
en los arbitrios de Minos?
¿Qué horas que no te reduzcan
a la sombra que serás
cuando de noche estés
al fin del camino?
Toma las flores, pero suéltalas
apenas miradas.
siéntate al sol. Abdica
y sé rey de ti mismo.