Debate y controversia sobre las actividades basadas en la meditación en el ámbito laboral
Muchas compañías contratan espacios en los que sus empleados ejercitan yoga o mindfulness para recargar las pilas tras proyectos agotadores, reducir el estrés, etc. El uso de la meditación –presente en estas prácticas– en el ámbito laboral y en otros como los colegios es una moda que crece en Europa, Estados Unidos y en España, donde el auge ha coincidido con los años de la crisis. Basta con una simple búsqueda en Google. Estas practicas, se ofrecen para aliviar los dolores corporales de la plantilla, para aumentar su productividad y mejorar su rendimiento, el foco mental, la concentración y la gestión de los equipos de trabajo o para “conseguir una mayor tolerancia al estrés”. Todo se puede adaptar a las necesidades de cada cliente.
Se promete que los síntomas del estrés se reducirán un 31% con su práctica en sólo 14 días y se asegura que ello “ayuda a mantener el optimismo y la motivación de quien lo practica” o que “los empleados relajados llevan a cabo una comunicación más asertiva y menos agresiva”. Hasta se detalla qué síntomas del estrés se erradican: la ansiedad, la fatiga y el insomnio… Todo parece positivo y en la red hay cursos gratis de “monitor de yoga para trabajadores”. Algunos datos del sector reflejan que las personas que estudian para ser formador de estas prácticas se han duplicado en los últimos años.
El Gobierno ha gastado 167.000 euros en cursos de yoga, mindfulness y meditación para funcionarios entre 2016 y 2019
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